Embalsàmame



¿Que es lo que podemos hacer cuando la vida nos da una muy mala jugada, si no enloquecer?...

Embalsámame…

Tremendos gritos a la media noche,
Que despiertan el apetito del caos,
Con sollozos del corazón verde,
La muerte penetro con su oz…

¡Mi vida!, ¡Mi amor!,
¿Qué puedo hacer para no morir?,


Si con el sueño de Morfeo,
Los sepulcros del infierno bostezaron,
Con similitudes de un corazón feo.

No hay vacio sin luz,
Que se puede tragar con odio,
Y despreciar la caricia de tu cruz.

Solo te queda la última respuesta de tu amor,
Que de cordura carece, y que de locura abunda.

… Siéntame a ver la tele amor mío,
Tendrás a mi momia junto,
Por compasión y dolor,
No me dejes de tocar a pesar de mi olor.

Por que solo así engañaremos a la soledad eterna…

¡Llora mi vida!, vamos… pronto acaba,
No me dejes de arrullar… la desesperación me tocaba,
Préndele al futbol, no me dejes morir… ¡no me dejes morir!

¡Auxilio amor!... ¡tengo frio!,
La balsa despega del océano pétreo,
Y yo… me levanto del sofá y me despido.

Embalsámame compañera de años,
Con tus frías manos,
En días grises y lluviosos
Donde nos habíamos amado.
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La Sinfonia del Viento III ... y el cielo se llenó de Dragones...




La sinfonía del viento III
(… y el cielo se lleno de dragones)

El suave viento termino,
La noche desvaneció,
El sol menguo,
Y la luna murió.

De oscuros recuerdos,
Las velas no pudieron ni llorar
De pecados adormecidos que con sonidos
Ellos pudieron orar…

Termina al fin la tormenta,
Pero no sin antes,
Correr, dormir… en vela
Y oscurecer la realidad con belleza.

Los coros majestuosos no pudieron mitigar,
La inminente llegada del final.

Mi cuerpo inerte no pudo soportarlo,
Me asegure de tener mi orgullo latiente
Pero como un campeón, deje de serlo
Sin tocar las ásperas cuerdas de mi mente.

Oscuros chelos, y danzantes violines,
Olas de luna, fuegos del sol… ahí vienes
En tu enorme trono de plata echo por vírgenes
Con vuestro estandarte de cataclismos vinientes.

Pronto y sin vacilar,
Las danzas de cuerdas prepararon,
Lo que seria el escenario de batalla
Que sin duda los dados del destino sofocaron.

Y detrás de una fina cortina,
Todos los siervos se alistaron a enfrentar,
El caos de los vientos, la furia de Apolo.

¡Y los instrumentos gritaron!

Potente fue su grito,
Que arranco pedazos de mi ser.
Vi flores de loto,
Y empecé a creer.

La tormenta me abraso,
Con sus desgarrantés brazos,
Que con digno orgullo
Lavó lágrimas de mi rostro.


Los cielos se tornaron rojos,
Caminando en tortuosos senderos
Y triste por la muerte del piano,
De belleza inundaron mis ojos.

Pronto llegara el fin…
Sentí que estaba preparado,
Para cuando tuviera que decidir,
Que parte de mí ser abra de partir.

El cielo se lleno de dragones,
Que con divina justicia,
Pintaron el caos de diversos colores…

¡Y la batalla termino!
Débil, pero con espíritu,
Los tensos tambores arrancaron mi alma
Que anunciaban la muerte al alba.

Los coros de reyes, príncipes y divinas deidades,
Hicieron eco de hermosos ángeles,
Y me mostraron el mundo en diferentes edades.


El misterio quedo atrás,
Mi salvación fue victoria
Para las legiones guerreras,
De lo más intimo de mis penas.


Por fin la épica flauta empezó a sonar,
Y la fantasía fue la última etapa para soñar.

El viento acaricio mi fas con mágicos sonidos,
Y al unisonó arboles, gigantes de viento y de fuego,
Se levantaron de súbito, y comenzaron a danzar.

Esta etapa de felicidad, supe que pronto habrá de acabar,
Pues solo un espejismo podía ser,
Las mariposas como vientre de lobos en la oscura helada,
Que nublaban mi corazón de la eterna precaria.

Ahora… los gigantes se apagaron,
Y los trágicos lamentos del piano no ganaron.

¡Trágico… ¡Trágico!.... Final…

Siendo yo el único de pie,
Tome mi sofocada alma,
Para irrumpir la malévola trampa.

Cuando el trato fue justo para los ojos de la vida y la muerte,
Se propusieron renacer a los caídos,
¡Con mi muerte! ¡Con mi sacrificio!

En la última arremetida,
Todos los instrumentos gritaron y lloraron.

Poco a poco mi cuerpo se fue desmembrando,
Sentí como en mi garganta mi alma me dejaba,
Mi espíritu me abandonaba,
Y mi mente me traicionaba.

Indefenso ante la tormenta de fuego,
Tuve solo un heroico apego.

Y… con mis últimos respiros…
Y con mucho, mucho frio recordé,
Como dieron inicio estos trágicos suspiros.

¡Muerte!... Espera un momento,
Déjame recordar el ¿Por qué? de mi sufrimiento.

¡Ángeles no lloren!... Mi destino no fue en vano.
Por que la caída al fin tuvo un paro.


Ahora el suave y tierno manto de la muerte,
Me sostuvo entre sus brazos,
Y con una lamentable y deleitante canción de cuna…
Tuve fin a mis días… Tuvo fin la luna….

La Sinfonia del Viento II Un triste piano...














LA SINFONIA DEL VIENTO
II
(UN TRISTE PIANO)



Gélida, Sola….

Blanca era la niebla,
Que separaba mi habla,
Y con estrepitosos ruidos yo temblaba.

Después de la noche gloriosa,
El ambiente se quedo inerte,
Y el sombrío piano hablo con su corazón latente.

Mi cuerpo paralizado empezó a quebrantarse,
Mi corazón acelerarse,
¡Oh! Que sobresalto la de la triste mañana,
Que con auroras me estremece.

Y con una maestría,
Cual águilas en vuelo,
Las teclas empezaron a hablar,
Sin que la emoción cayera al suelo.

Pronto me vi en un barco,
Flotando entre laberintos de blancura,
Y como buen viajero grite a la deriva.

Mi voz hizo eco,
Y nadie, ¡nadie! Supo que existía,
Solo un triste piano que me empujaba…
En vez de la brisa.

Y jugando con el trasparente algodón,
Los suaves y deliciosos manjares,
De utopías posibles y reales,
Me condujeron a lugares de ficción

¡Oh! Triste, triste ficción.

Heme aquí tu único hijo,
Desterrado del mundo,
Del universo… con increíble gozo.

Despacio…
El triste piano,
Poco a poco empieza a llenar
Mi corazón de lamento.

Y empieza a detenerse… Muero… Muero

De sobra toma fuerza,
Y la fría mañana se torna densa

Pronto, en mi barquito de papel
Divise un faro, y con tal alegría recordé,
Que el recorrido del crudo invierno,
Abra de abrazarme con su manto tierno.


Bailarinas vestidas de negro,
Danzaban en el dudoso y engañoso océano,
Con gracia y agresividad
Se tornaron demonios… y volaron.

Los dedos del maestro se dejaron llevar,
Por tal violencia arremetida en su nocturno corazón,
Con cansancio y sin parar,
Empezaron a sangrar.

Dulce era su sangre,
Que empapaba mi mente,
Y volando las bailarinas,
Me mostraron el mal con otro lente.

Por que solo los ángeles,
Tocan bella música para los cielos,
Pero entrar y ver a los ángeles vestidos de negro
Es como tocar la parte más hermosa del infierno.

Pronto la oscuridad penetró,
Y la sala enmudeció,
El maestro dejo de tocar,
Y el mal me dejo entrar.

Lento, triste y frio,
El piano tuvo sus últimas horas de vida.
Y empieza a detenerse… Muerte en vida… Muerte en vida…

La Sinfonia del Viento














La Sinfonía del Viento


Entre brillos sobrenaturales del cielo a medio morir
Se abre el telón…

Empiezan murmullos y rumores… la emoción se hace inminente,
Se llena el teatro pero en la fantasía aun no hay nada dentro.

Después de tanto esperar un acorde se hace notar,
Y el crepúsculo nos enseña su más íntimo recuerdo.

Con extrema gracia los faros azules del cielo mágico,
Entran a mis oídos como olas de Saturno,
Implorando ser escuchadas dentro del enorme entorno taciturno.

Sin más el espectáculo da comienzo…
Los violines preparan el prologo,
Suaves y deliciosos como aquellos días dichosos.

De luna llena se empapa el cielo,
Y las trompetas ponen en duda cualquier sonido,
Cualquier destello de la imaginación… ¡Ya estoy adentro!

Con misteriosos acordes de lugares desconocidos,
Con calor y frio de lleno entran a mis oídos.

Y al unísono la gloria de aquel paraje,
Aquel hecho se posa ante mí,
Presumida, arrogante,
Que yo como siervo me inclino.

Y pronto la batalla de sinfonías da inicio,
Yo espantado pero valiente acepto el reto,
Y mi mente colorida ya esta de nuevo.

La dicha de aquel día llega a tal punto,
Que la noche se viene abajo,
Y de ásperos,
Pero indiscutiblemente hermosos quejidos,
Los turbios cielos se vieron involucrados.

De súbito, las voces de sirenas, hombres,
Reyes y princesas se metieron en el nuevo mundo,
Creado apenas en el anochecer…
Batallando, luchando por darme esa felicidad repentina y breve.

Mi mente forcejeò con ellas,
Y al fin perdió.

Mi cuerpo se quedo inerte,
Y al final inundo de nuevo mi mente.

A tal excitación solo tuve una pobre y desilusionada opción…
Morir ante tan grave delicia de cancion.

Fue una mañana fría la que me despertó,
Por tan adolorido que estuvo mi cuerpo…
Y por mis oídos…
Y por mis ojos…
Y por mi alma…
El chelo desgarrador lloró… lloró.

Terroríficos eran sus gritos,
Supe que no era un final…
Un descanso solamente,
En el frio y áspero coro de luciérnagas,
Que se sobrecoge,
Vienes hermosa y me alagas.

La sinfonía del viento como cualquier otro chocolate,
Es cosquilleo de mis mejillas,
La delicia de mi alma.

Poesias...

De cuando en cuando nos permitimos ser libres en espíritu, aunque encerrados en la tortuosa vida, podemos probar la dulzura de una lágrima, no la amargura del llanto.

Lo podemos hacer con bellas palabras. A eso se le llama Poesia!.

Sean Bienvenidos...

Es aquí, o en cualquier otro lugar de todo el infinito mundo de nuestra mente; donde podremos identificarnos como seres totalmente imaginativos.

... Entonces es cuando hemos regresado de un intenso frio del crudo invierno, no nos queda más que descansar en aquella posada tan acogedora.

Cuando nos han dado nuestra cerveza y quizá un caldo muy reconfortante, nos interesa ahora el anciano que se ha parado enfrente de todos los oyentes para contar una historia antes de dormir y continuar la pesada jornada del día siguiente...